En el antiguo imperio de los gigantes Condorazos había casas enormes de un solo piso que tenía un sótano donde criaban cuises. Sus hogares eran fabricados con rocas lisas de dos metros cada una y techos de oro con jardines encima. Los cóndores volaban libremente sobre el imperio surcando los caminos de piedra y puentes de madera brillosa que cruzaban por cuatro ríos. Los gigantes alados que la habitaban vestían largas túnicas parecidas a los ponchos y pantalones de lana de llama.
Bajo la Mama Tungurahua habían cuarteles de guerreros empuñando lanzas con puntas de obsidiana.
En el Taita Chimborazo, fabricado en ladrillos de oro y escaleras a manera de pirámides que llegan hacia el poblado, estaba el hermoso edificio del Concejo Directivo.
Las mujeres aladas cosechaban granos y papas en las granjas con los sistemas de riego de terrazas que luego utilizaron los incas.
Como su reino es muy antiguo convivieron con los mamuts, que solían cazar por las cercanías.
Los “mayabs” o sacerdotes agradecían a la Madre Tierra por los alimentos y la vida, pues los Condorazos no vivían de la tierra, sino que convivían junto con ella, porque eran Hijos de la Tierra, a la cual respetaban.
Sus ideas y reverencias aún perduran entre los pueblos originarios de Amérika.
No hay comentarios:
Publicar un comentario